La empleabilidad como responsabilidad compartida
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La empleabilidad como responsabilidad compartida
Hablar de empleabilidad hoy exige mirar más allá del esfuerzo individual.
La empleabilidad como responsabilidad compartida
Hablar de empleabilidad hoy exige mirar más allá del esfuerzo individual. Implica reconocer que el desarrollo profesional contempla múltiples factores; desde nuestras decisiones personales hasta el acompañamiento que brindan las universidades y las condiciones que crean las empresas. Es, en esencia, el resultado de un ecosistema interdependiente.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la empleabilidad combina conocimientos, competencias, actitudes y adaptabilidad. Pero este conjunto no se forma en aislamiento: requiere entornos que lo fortalezcan. Es ahí donde entra la idea de responsabilidad compartida.
¿Quiénes son responsables?
Las personas:
Tienen la responsabilidad de autoconocerse, formarse, adaptarse y mantenerse vigentes. No se trata solo de habilidades técnicas, sino de capacidades personales como la comunicación, la resiliencia o el pensamiento crítico.
Las universidades:
Ofrecen programas actualizados, promueven el aprendizaje permanente y construyen puentes con el entorno laboral mediante prácticas, ferias de empleo, y redes de egresados, entre otras actividades de vinculación profesional. También son espacios clave para desarrollar conciencia crítica sobre el trabajo y acompañar a los estudiantes en su transición laboral.
Las empresas:
Su papel es ofrecer condiciones dignas, oportunidades de desarrollo, ambientes inclusivos y procesos de selección justos. Al generar movilidad interna, aprendizaje y bienestar, contribuyen a una fuerza laboral más preparada y motivada.
Cuando estos tres actores colaboran, se construye una cultura laboral más equitativa. El empleo deja de ser una meta individual para convertirse en una posibilidad compartida.
¿Y por qué abordar esto desde una universidad jesuita?
Porque hablar de empleabilidad como responsabilidad compartida también es una forma de poner en el centro el compromiso ético con las personas y con el bien común. La justicia laboral y el acceso digno a oportunidades profesionales no son un extra: son parte del proyecto educativo.
El reto no es menor. Requiere diálogo, innovación y corresponsabilidad. Pero ahí, en esa apuesta conjunta, está la clave para que más personas puedan acceder, desarrollarse y prosperar profesionalmente.